SrLobo
Al leerte, pienso que quizá la cuestión no sea solo cómo nos mostramos, sino qué partes de nosotros aprenden a aparecer y cuáles a quedarse al margen. No todas las versiones tienen el mismo espacio ni la misma recompensa, y eso puede influir más de lo que parece en lo que acabamos expresando.
También me pregunto si la sensación de fragmentación tiene que ver menos con ser muchos y más con no tener tiempo para integrar esas partes. ¿Qué pasa cuando saltamos de una identidad a otra sin pausa, sin reflexión, solo siguiendo el ritmo que marca la conversación o la plataforma?
Y hay algo más que me genera curiosidad: las versiones que no se publican. No porque no sean auténticas, sino porque no encajan en ningún formato, grupo o expectativa. ¿Esas partes quedan fuera del escenario o son, en realidad, las que sostienen cierta continuidad interna?
Tal vez la pregunta no sea si tener muchos yoes es riqueza o dispersión, sino quién decide cuándo cada uno puede aparecer y qué coste tiene mantenerlos separados.
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